14/8/13

Equidad

Un día viene, otro se va.
El viento acaricia las hojas de los árboles, desnudas ante la sutil luz del Sol que entra sin ser llamada por tu ventana.
Una pluma roza mi cara dejando tu fragancia sobre unas mejillas sonrosadas que esperan el ligero toque de tus labios.
Un pájaro comienza su canto, agudo y dulce, un canto desolado que penetra en los huesos y me lleva de nuevo al presente, un presente sin futuro.
Una simple ojeada fue suficiente, allí no había nadie. No estaba el Sol. No estaba la pluma. No había ningún beso que esperar.
Todo viene, todo se va.

No hay comentarios:

Publicar un comentario