+Deberías cantar cuando estés a solas, ya sabes, reserva tu arte...- le dijo mientras la cogía por la cintura.
-Eres imbécil.-Ella se soltó bruscamente mientras le daba un codazo, y caminaba más deprisa, alejándose unos pasos de él.
+Venga, que es broma, perdóname.- La agarró de la muñeca, obligándola a dar media vuelta y detenerse.
-¿ Y si no te perdono?- Le preguntó, mientras se acercaba más a él, sintiendo el movimiento de su pecho bajo su cuerpo.
+¿Y si dejo de respirar? Muero. Si tú no me perdonas, mi vida ya no tendría sentido.
Ella se puso de puntillas, rozando sus labios con los de él, saboreando su aliento, besándolo suavemente.
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